domingo

***No soy yo sino el Cristo en mí quien hace la obra***


En el silencio reavivamos nuestra luz crística interna.
Somos uno con el Ungido.
Somos los amados de un Dios viviente y amoroso.
Al respirar profundamente, sentimos que el amor nos envuelve.
Nos calmamos y permitimos que las siguientes palabras se vuelvan las nuestras:

Expreso paz y serenidad en pensamiento, palabra y acción.

Soy bendecido con amor, gozo, paz y fe al recordar mi Verdad.
Mi verdadera naturaleza o Ser mayor yace el la conciencia crística en el centro de mi ser.
Mi corazón y mente se enaltecen a medida que siento la paz profunda y duradera que mora en mí.
Expreso esta inmensa paz completamente en cada pensamiento, palabra y acción …

La luz de Cristo me guía a mi mayor bien.

La luz crística es mi lucero interno, mi verdadero norte, guiándome ahora y siempre a mi mayor bien.
A medida que respiro profundamente enfoco mi atención en la voz tenue y delicada en mí.
Entonces discierno fácilmente qué es lo que debo hacer.
Afirmo el don de la sabiduría y prosigo sin prisa a la próxima actividad que Dios me inspire a hacer.

Soy fuerte en espíritu, mente y cuerpo.

El poder de la vida es eterno.
La luz de Dios llena cada célula de mi cuerpo y la regenera constantemente.
Me renuevo al recibir y experimentar esta vibrante energía sanadora. Surge nueva vitalidad en mí y me siento fuerte en espíritu, mente y cuerpo.
En el silencio me sosiego y siento cómo el aliento de vida fluye en mí.

Doy y recibo con una actitud de gratitud.

Respiro profundamente y con gratitud reflexiono acerca de los verdaderos dones que me brinda el Espíritu divino.
He venido a este mundo con incontables riquezas espirituales.
Nací con la conciencia Crística que me edifica siempre y de manera única. Abro mi corazón y mente para aceptar todo el bien que llega a mi vida. Doy y recibo con un corazón agradecido.

El Cristo nace de nuevo en nuestros corazones, nuestro país y en el mundo.

Una paz indescriptible llena mi ser.
Al centrarme en la luz del Cristo en mí concibo nuevas maneras para expresar paz en mi vida y a mis congéneres en el mundo.
Juntos podemos encontrar modos cómo expresar paz en nuestros hogares, lugares de trabajo, comunidades y el mundo.
Puedo percibir y sentir el despertar de un mundo nuevo.
Uno por uno estamos edificando un mundo de paz.
Siento que el llamado a la acción surge de mi interior … en el silencio.

Al cerrar este momento de oración, lo hacemos con corazones agradecidos.
Un nuevo gozo surge en nuestros corazones, una nueva conciencia de vida.
Hemos fortificado nuestro vínculo con una naturaleza crística renacida. Somos los hijos e hijas de Dios y lo reflejamos en nuestros pensamientos, nuestras elecciones y en cada nuevo día.
Una idea nueva acerca de la vida ha surgido en nosotros —nos sentimos renovados y agradecidos.
Así es.
Amén.

Ahora traemos nuestra atención de nuevo a este tiempo y lugar, listos para regresar a las actividades del día y llevando con nosotros un espíritu renovado.
En este espíritu, oremos juntos la "Oración de protección":

La luz de Dios nos rodea;

el amor de Dios nos envuelve;

el poder de Dios nos protege;

la presencia de Dios vela por nosotros.

¡Dondequiera que estamos, está Dios!

Y ASI ES

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